Escuela diocesana de Teología
Teología dogmática
Lección 2
FE Y TEOLOGÍA II
Teología = ciencia en la que la razón del creyente, guiada por la fe teologal, se esfuerza en comprender mejor los misterios revelados en sí mismos y en sus consecuencias para la existencia humana.
Es fe que busca entender, impulsada no por simple curiosidad, sino por amor y veneración hacia el misterio.
San Agustín, Sermón 48, 7: “intellige ut credas, crede ut intelligas”.
San Anselmo: “si no creéis no entenderéis”.
La teología comparte la búsqueda del conocimiento de Dios con la vía mística o contemplativa. Esta no depende tanto como la teológica del esfuerzo humano, sino que es fruto muy directo de la gracia y el favor divinos.
Estas dos vías de acceso a Dios no se oponen.
La teología sin medida alguna de contemplación degenera en una ciencia de puros conceptos, y la mística sin ninguna teología, podría convertirse en autoengaño y fantasía espiritual.
La teología no es una tarea puramente individual del teólogo: sirve a la Iglesia. Es un aspecto de la función doctrinal de la Iglesia, que engloba el Magisterio, la teología y la catequesis.
La teología supone la unión de la razón y la fe. Algunos momentos de importancia en la historia de los Concilios y de los papas sobre esta cuestión:
1. Nicea (325): para combatir la herejía de Arrio, usa el término filosófico “omousios” (consustancial).
2. Bulas de 1228 y 1231 de Gregorio IX sobre el uso de la filosofía aristotélica en teología.
3. Siglo XIX: la Iglesia defiende el uso de la razón en teología contra el fideismo de Bautain, el tradicionalismo de Bonnetty. Además impugna los abusos de la razón en teología contra Hermes en 1835 y Günther en 1857. Pío IX en la encíclica Qui pluribus (1846) y el Concilio Vaticano I tratan también de la armonía entre fe y razón.
4. Siglo XX: Pablo VI en 1974 trata de la unión entre filosofía y teología en Santo Tomás. En 1998, Juan Pablo II escribe la Encíclica Fides et Ratio.
El lenguaje humano es, junto a la razón y la fe, el tercer presupuesto de la teología. La Revelación no trae su propio lenguaje. El lenguaje ordinario de los hombres es el modo normal de expresar la revelación de Dios.
La teología trata de Dios y le considera:
- ya en sí mismo (esencia, atributos y Personas divinas),
- ya como principio y fin de todas las cosas (estudia
entonces las criaturas, los actos humanos, las normas que rigen la conducta humana, la gracia divina y las virtudes).
La teología depende por entero de la Revelación. Pero puede y debe ocuparse además de cualquier realidad terrenal, siempre que lo haga a) para explicar su sentido último a la luz del Evangelio; y b) para determinar su repercusión espiritual y moral en el hombre.
La teología es imperfecta y susceptible de un progreso
que nunca termina. Debe ser consciente de que reflexiona sobre el misterio de Dios, que nunca puede ser abarcado por la razón humana, ni siquiera guiada por la luz de la fe.
La teología está también condicionada por los límites de la razón y del lenguaje. El teólogo sabe que está en presencia de misterios insondables. “Si has comprendido del todo es que no es Dios lo que has encontrado” (San Agustín).
La teología cristiana es sabiduría. Su mirada a la realidad es más profunda que la mirada filosófica o científica, que consideran las cosas sólo por lo que son en sus apariencias externas.
Los Padres de la Iglesia consideraban la teología como sabiduría. Cuando se convierte en ciencia (escolástica, s. XIII), no deja de ser comprendida y cultivada también como sabiduría.
Fuentes de la teología = lugares y elementos que nutren la ciencia sagrada. Son la materia prima de la que los teólogos extraen los contenidos que necesitan para su trabajo.
Fuentes = Sagrada Escritura, Tradición de la Iglesia, experiencia creyente y Magisterio eclesiástico.
La sagrada Escritura
“Es la Palabra de Dios en cuanto escrita” (Dei Verbum 9). Bajo la inspiración del Espíritu Santo, fue redactada por
hagiógrafos.
Dei Verbum 10: “La Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición constituyen un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia”.
La Biblia puede y debe considerarse como el alma de la teología. Pero el cristianismo no es una religión del Libro (Judaísmo, Islam).
San Atanasio: “Para escuchar y entender las escrituras es necesario llevar una vida limpia y tener un alma pura, así como practicar la virtud según Jesucristo”. San Agustín: “A los que se entregan al estudio de las Sagradas Escrituras no basta recomendar que sean expertos en el conocimiento de las particularidades del len-
guaje. Importa sobre todo que oren, si quieren comprender”.
Junto con la Sagrada Escritura es fuente de la Revelación
divina: ambos son dos aspectos indisociables de una única
fuente. Es normativa e interpretativa. Es siempre pública.
No todas las tradiciones que hay en la Iglesia son igual-mente vinculantes o normativas. Algunas son cuestiones
prácticas y aplicaciones de principios, pero no artículos de fe. Por ejemplo: rezar de rodillas, el ayuno pascual, ciertas reglas para la elección y consagración de los obispos, determinados ritos del Bautismo, etc.
Concilio de Trento: no dice que la Revelación esté contenida parte en la Escritura y parte en la Tradición, sino tanto en los libros escritos como en las tradiciones no escritas.
Concilio Vaticano II: la Tradición y la Escritura forman una
unidad orgánica. Todo lo contenido en la Tradición se encuentra de alguna manera (implícita) en la Escritura. La Tradición es entendida como transmisión viva de la Palabra de Dios mediante la interpretación de la Escritura.
CCE 84: “El depósito sagrado de la fe, que se contiene en la Sagrada Escritura y en la Tradición, ha sido confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia”. La tarea de interpretarlo auténticamente se encomienda al “Magisterio vivo de la Iglesia, que la ejercita en nombre de Jesucristo” (CCE 85).
El conjunto de los fieles bautizados forma un pueblo profético, que goza de la llamada infalibilidad incredendo, o pasiva, para distinguirla de la activa, que es propia del Magisterio de la Iglesia.
Taller No 2
- Qué es el Concilio Vaticano II y cuáles son sus documentos
- …
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