Escuela diocesana de Teología
Teología dogmática
Tema 15
Creo en la santa Iglesia católica
La Iglesia, preparada en la Antigua Alianza
761 La reunión del pueblo de
Dios comienza en el instante en que el pecado destruye la comunión de los
hombres con Dios y la de los hombres entre sí. La reunión de la Iglesia es por
así decirlo la reacción de Dios al caos provocado por el pecado. Esta
reunificación se realiza secretamente en el seno de todos los pueblos: "En
cualquier nación el que le teme [a Dios] y practica la justicia le es
grato" (Hch 10, 35; cf LG 9; 13; 16).
762 La preparación lejana de la reunión del
pueblo de Dios comienza con la vocación de Abraham, a quien Dios promete que
llegará a ser padre de un gran pueblo (cf Gn 12, 2; 15, 5-6). La
preparación inmediata comienza con la elección de Israel como pueblo de Dios (cfEx 19, 5-6; Dt 7, 6). Por su elección,
Israel debe ser el signo de la reunión futura de todas las naciones (cf Is 2, 2-5; Mi 4, 1-4). Pero ya los
profetas acusan a Israel de haber roto la alianza y haberse comportado como una
prostituta (cf Os 1; Is 1, 2-4; Jr 2; etc.). Anuncian, pues,
una Alianza nueva y eterna (cf. Jr 31, 31-34; Is 55, 3). "Jesús
instituyó esta nueva alianza" (LG9).
La Iglesia, instituida por Cristo Jesús
763 Corresponde al Hijo
realizar el plan de Salvación de su Padre, en la plenitud de los tiempos; ese
es el motivo de su "misión" (cf. LG 3; AG 3). "El Señor Jesús
comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada
del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras" (LG 5). Para cumplir la
voluntad del Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La
Iglesia es el Reino de Cristo "presente ya en misterio" (LG 3).
764 "Este Reino se
manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de
Cristo" (LG 5). Acoger la palabra de
Jesús es acoger "el Reino" (ibíd.). El germen y el comienzo
del Reino son el "pequeño rebaño" (Lc 12, 32) de los que Jesús
ha venido a convocar en torno suyo y de los que él mismo es el pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-21). Constituyen la
verdadera familia de Jesús (cf. Mt 12, 49). A los que reunió
así en torno suyo, les enseñó no sólo una nueva "manera de obrar",
sino también una oración propia (cf.Mt 5-6).
765 El Señor Jesús dotó a su
comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del
Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que
representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los
cimientos de la nueva Jerusalén (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc 6, 7) y los otros
discípulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la
misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos
actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.
766 Pero la Iglesia ha nacido
principalmente del don total de Cristo por nuestra salvación, anticipado en la
institución de la Eucaristía y realizado en la cruz. "El agua y la sangre
que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo
y crecimiento" (LG 3) ."Pues del costado
de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la
Iglesia" (SC 5). Del mismo modo que Eva
fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón
traspasado de Cristo muerto en la cruz (cf. San Ambrosio, Expositio evangelii
secundum Lucam,
2, 85-89).
La Iglesia, manifestada por el Espíritu Santo
767 "Cuando el Hijo
terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la tierra, fue enviado el
Espíritu Santo el día de Pentecostés para que santificara continuamente a la
Iglesia" (LG4). Es entonces cuando
"la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; se inició la
difusión del Evangelio entre los pueblos mediante la predicación" (AG 4). Como ella es
"convocatoria" de salvación para todos los hombres, la Iglesia es,
por su misma naturaleza, misionera enviada por Cristo a todas las naciones para
hacer de ellas discípulos suyos (cf. Mt28, 19-20; AG 2,5-6).
768 Para realizar su misión,
el Espíritu Santo "la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos"
(LG 4). "La Iglesia,
enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos
del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misión de anunciar y establecer
en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y
el comienzo de este Reino en la tierra" (LG 5).
La Iglesia, consumada en la gloria
769 La Iglesia "sólo
llegará a su perfección en la gloria del cielo" (LG 48), cuando Cristo vuelva
glorioso. Hasta ese día, "la Iglesia avanza en su peregrinación a través
de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios" (San Agustín, De civitate Dei 18, 51; cf. LG 8). Aquí abajo, ella se
sabe en exilio, lejos del Señor (cf. 2Co 5, 6; LG 6), y aspira al
advenimiento pleno del Reino, "y espera y desea con todas sus fuerzas
reunirse con su Rey en la gloria" (LG 5). La consumación de la
Iglesia en la gloria, y a través de ella la del mundo, no sucederá sin grandes
pruebas. Solamente entonces, "todos los justos descendientes de Adán,
`desde Abel el justo hasta el último de los elegidos' se reunirán con el Padre
en la Iglesia universal" (LG 2).
770 La Iglesia está en la
historia, pero al mismo tiempo la transciende. Solamente "con los ojos de
la fe" (Catecismo Romano, 1,10, 20) se puede ver al
mismo tiempo en esta realidad visible una realidad espiritual, portadora de
vida divina.
La Iglesia, a la vez visible y espiritual
771 "Cristo, el único
Mediador, estableció en este mundo su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza
y amor, como un organismo visible. La mantiene aún sin cesar para comunicar por
medio de ella a todos la verdad y la gracia". La Iglesia es a la vez:
— «sociedad [...]
dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Cristo; — el grupo visible y la comunidad espiritual;
— la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo».
Estas
dimensiones juntas constituyen "una realidad compleja, en la que están
unidos el elemento divino y el humano" (LG 8):
Es
propio de la Iglesia «ser a la vez humana y divina, visible y dotada de
elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente
en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en ella lo humano esté
ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la
contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos» (SC 2).
«¡Qué
humildad y qué sublimidad! Es la tienda de Cadar y el santuario de Dios; una
tienda terrena y un palacio celestial; una casa modestísima y una aula regia;
un cuerpo mortal y un templo luminoso; la despreciada por los soberbios y la
esposa de Cristo. Tiene la tez morena pero es hermosa, hijas de Jerusalén. El
trabajo y el dolor del prolongado exilio la han deslucido, pero también la
hermosa su forma celestial» (San Bernardo de Claraval, In Canticum sermo 27, 7, 14).
La Iglesia, misterio de la unión de los hombres con Dios
772 En la Iglesia es donde
Cristo realiza y revela su propio misterio como la finalidad de designio de
Dios: "recapitular todo en Cristo" (Ef 1, 10). San Pablo llama
"gran misterio" (Ef5, 32) al desposorio de Cristo y de la
Iglesia. Porque la Iglesia se une a Cristo como a su esposo (cf. Ef 5, 25-27), por eso se
convierte a su vez en misterio (cf. Ef 3, 9-11). Contemplando en
ella el misterio, san Pablo escribe: el misterio "es Cristo en vosotros,
la esperanza de la gloria" (Col 1, 27).
773 En la Iglesia esta
comunión de los hombres con Dios por "la caridad que no pasará
jamás"(1 Co 13, 8) es la finalidad que
ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este mundo que pasa
(cf. LG 48). «Su estructura está
totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo. Y la santidad se
aprecia en función del "gran misterio" en el que la Esposa responde
con el don del amor al don del Esposo» (MD 27). María nos precede a
todos en la santidad que es el misterio de la Iglesia como la "Esposa sin
mancha ni arruga" (Ef 5, 27). Por eso la
dimensión mariana de la Iglesia precede a su dimensión petrina" (ibíd.).
La Iglesia, sacramento universal de la salvación
774 La palabra griega mysterion ha sido traducida en latín
por dos términos: mysterium ysacramentum. En la
interpretación posterior, el término sacramentum expresa mejor el signo visible
de la realidad oculta de la salvación, indicada por el término mysterium. En este sentido, Cristo
es Él mismo el Misterio de la salvación: Non est enim aliud Dei
mysterium, nisi Christus ("No hay otro
misterio de Dios fuera de Cristo"; san Agustín, Epistula 187, 11, 34). La obra
salvífica de su humanidad santa y santificante es el sacramento de la salvación
que se manifiesta y actúa en los sacramentos de la Iglesia (que las Iglesias de
Oriente llaman también "los santos Misterios"). Los siete sacramentos
son los signos y los instrumentos mediante los cuales el Espíritu Santo
distribuye la gracia de Cristo, que es la Cabeza, en la Iglesia que es su
Cuerpo. La Iglesia contiene, por tanto, y comunica la gracia invisible que ella
significa. En este sentido analógico ella es llamada "sacramento".
775 "La Iglesia es en
Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y
de la unidad de todo el género humano "(LG 1): Ser el sacramento de la unión
íntima de los hombres con Dios es el primer fin de la
Iglesia. Como la comunión de los hombres radica en la unión con Dios, la
Iglesia es también el sacramento de la unidad del género humano. Esta unidad ya está
comenzada en ella porque reúne hombres "de toda nación, raza, pueblo y
lengua" (Ap 7, 9); al mismo tiempo, la
Iglesia es "signo e instrumento" de la plena realización de esta
unidad que aún está por venir.
776 Como sacramento, la
Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo "como
instrumento de redención universal" (LG 9), "sacramento
universal de salvación" (LG 48), por medio del cual
Cristo "manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios
al hombre" (GS 45, 1). Ella "es el
proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad" (Pablo VI, Discurso a los Padres del
Sacro Colegio Cardenalicio, 22 junio 1973) que quiere "que todo el género humano
forme un único Pueblo de Dios, se una en un único Cuerpo de Cristo, se
coedifique en un único templo del Espíritu Santo" (AG 7; cf. LG 17).
Resumen
777 La palabra
"Iglesia" significa "convocación". Designa la asamblea de
aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y
que, alimentados con el Cuerpo de Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo
de Cristo.
778 La Iglesia es a la vez
camino y término del designio de Dios: prefigurada en la creación, preparada en
la Antigua Alianza, fundada por las palabras y las obras de Jesucristo,
realizada por su Cruz redentora y su Resurrección, se manifiesta como misterio
de salvación por la efusión del Espíritu Santo. Quedará consumada en la gloria
del cielo como asamblea de todos los redimidos de la tierra (cf. Ap 14,4).
779 La Iglesia es a la vez
visible y espiritual, sociedad jerárquica y Cuerpo Místico de Cristo. Es una,
formada por un doble elemento humano y divino. Ahí está su Misterio que sólo la
fe puede aceptar.
780 La Iglesia es, en este
mundo, el sacramento de la salvación, el signo y el instrumento de la comunión
con Dios y entre los hombres.
LA IGLESIA,
PUEBLO DE DIOS, CUERPO DE CRISTO, TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO
781 "En todo tiempo y
lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia. Sin embargo,
quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin
conexión entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de
verdad y le sirviera con una vida santa. Eligió, pues, a Israel para pueblo
suyo, hizo una alianza con él y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando
su persona y su plan a lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo
esto, sin embargo, sucedió como preparación y figura de su alianza nueva y
perfecta que iba a realizar en Cristo [...], es decir, el Nuevo Testamento en
su sangre, convocando a las gentes de entre los judíos y los gentiles para que
se unieran, no según la carne, sino en el Espíritu" (LG 9).
Las características del Pueblo de Dios
782 El Pueblo de Dios tiene
características que le distinguen claramente de todos los grupos religiosos,
étnicos, políticos o culturales de la historia:
—
Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en
propiedad a ningún pueblo. Pero Él ha adquirido para sí un pueblo de aquellos
que antes no eran un pueblo: "una raza elegida, un sacerdocio real, una
nación santa" (1 P 2, 9).
—
Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el
nacimiento físico, sino por el "nacimiento de arriba", "del agua
y del Espíritu" (Jn 3, 3-5), es decir, por la
fe en Cristo y el Bautismo.
—
Este pueblo tiene por Cabeza a Jesús el Cristo [Ungido,
Mesías]: porque la misma Unción, el Espíritu Santo fluye desde la Cabeza al
Cuerpo, es "el Pueblo mesiánico".
—
"La identidad de este Pueblo, es la
dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el
Espíritu Santo como en un templo" (LG 9).
—
"Su ley, es el mandamiento nuevo:
amar como el mismo Cristo mismo nos amó (cf. Jn 13, 34)". Esta es la
ley "nueva" del Espíritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).
—
Su misión es ser la sal de la tierra
y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). "Es un
germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género
humano" (LG 9.
—
"Su destino es el Reino de Dios, que
él mismo comenzó en este mundo, que ha de ser extendido hasta que él mismo lo
lleve también a su perfección" (LG 9).
Un pueblo sacerdotal, profético y real
783 Jesucristo es Aquél a
quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido
"Sacerdote, Profeta y Rey". Todo el Pueblo de Dios participa de estas
tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio
que se derivan de ellas (cf .RH18-21).
784 Al entrar en el Pueblo de
Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de este Pueblo:
en su vocación sacerdotal: «Cristo el Señor,
Pontífice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo "un reino
de sacerdotes para Dios, su Padre". Los bautizados, en efecto, por el
nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y
sacerdocio santo» (LG 10).
785 "El pueblo santo de
Dios participa también del carácter profético de Cristo". Lo es
sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo,
laicos y jerarquía, cuando "se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida
a los santos de una vez para siempre" (LG 12) y profundiza en su
comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo.
Taller No 14
1. Leer de la Lumen Gentium los numerales 9 al 17
2. Elaborar una catequesis basada en estos
numerales dirigida a hermanos de la evangelización, acerca de qué es la Iglesia
como Pueblo de Dios.
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